Se
acerca el domingo, donde gran parte del movimiento antivertedero de
la Vega Baja se reunirá en Albatera. Digo gran parte porque no me
gustaría que alguien se pudiera quedar en casa ante una oportunidad
de reivindicación tan a favor de nuestros intereses.
Estas
semanas se ha filtrado en prensa algunos aspectos que pueden alentar
al optimismo, o quizás más al sedentarismo. Lo del Plan Zonal era
desde un principio una trampa de pillos sin escrúpulos, un atentado
hacia la naturaleza con un público acostumbrado a tragárselo todo,
pero se han encontrado con unos pueblos sin miedo a alzar la voz.
No
es una cuestión de celebración que insinué con la ineficacia del
plan zonal, sino todo lo contrario, se suele decir que aún sin
cabeza la serpiente puede morder. En este caso ni siquiera está sin
cabeza, aún repta peligrosa hacia nuestras poblaciones. Se puede
llamar un pequeño paso al frente, que al menos reconozcan su culpa y
su desastrosa gestión, pero no deja de ser un pasito.
Nos
manifestaremos el domingo por muy diversas cuestiones. La principal
no es otra que el futuro, el pasado y el presente, nuestra naturaleza
y legado. Generaciones de todas las procedencias han disfrutado de la
imponente serranía albaterense, tanto que todavía hoy hasta los
senderistas más experimentados alucinan con la belleza de la
singular ruta de la Rambla Salada. La sierra no es simplemente un
lugar en el que pasear, es también el símbolo más distinguido de
Albatera, aquello más valioso que cualquier cosa que ha construido
el hombre. Bajo la mirada de la sierra hay una vasta huerta, el gran
peso de la agricultura del municipio. ¿Queremos de verdad que tanto
se pierda en nuestro pueblo? ¿Queremos de verdad que por caprichos
de unos corruptos enterremos nuestro legado?
El
punto dos es la economía, pues ya no solo hablo de agricultura,
hablo del ansiado turismo que tanto los alcaldes se esfuerzan en
atraer. El turista positivo no es aquel que se toma una cerveza, es
aquel que con su opinión trae a más turistas. Si por algo los
europeos eligen Albatera es sin duda por su majestuosidad natural,
cercana al mar y abrazada por la sierra. Se planea dilapidar todo lo
que nos ha hecho grandes, todo lo que ha tardado millones de años en
crecer, muerto en diez años. ¿Quién quiere vivir en un pueblo
donde todo esté contaminado? ¿Quién quiere comprar fruta plantada
sobre filtraciones? ¿Quién quiere ver como su agua deja de ser
potable? ¿De verdad alguien pensó que esto era rentable para algún
pueblo?
La
tercera razón es quizás la menos importante, pero tan necesaria
como cualquier otra, el egoísmo. Soy un egoísta, y me voy a
manifestar porque siento que se han reído de mí, que intentan
todavía reírse de mí. Me manifiesto porque no admiten sus fallos,
porque se esconden los culpables, porque quiero que mi pueblo este
limpio de toda basura, viva o inerte. Soy un egoísta porque quiero
lo mejor para mí, lo mejor para mis hijos, y lo mejor para los que
cuando muera tengan que vivir en mis tierras.
No me importa quién sea el que sujete la pancarta, quien quiera
salir en la foto, quien quiera ser el que más aplauda o el que más
lo sienta, yo voy a manifestarme por mi derecho a vivir dignamente.
Este domingo podemos dar otro pequeño paso, pero debemos recordar
que no somos carnaza para unos pocos, somos pueblos pidiendo lo que
siempre ha sido nuestro.
www.facebook.com/ElHormigueroDeLuisaPastor
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